Psicología

Los grandes líderes inspiran a los empleados y descubren cada vez más talentos en ellos, mientras que los líderes tóxicos privan a las personas de motivación, fuerza física e intelectual. La psicoterapeuta Amy Morin habla sobre los peligros de tales jefes tanto para los empleados individuales como para la empresa en su conjunto.

Muchos de mis clientes se quejan: “Mi jefe es un tirano. Necesito buscar un nuevo trabajo” o “Me encantaba mucho mi trabajo, pero con la nueva administración, la oficina se volvió insoportable. No sé cuánto tiempo más podré soportarlo.» Y ahí está. Trabajar para un jefe tóxico perjudica significativamente la calidad de vida.

¿De dónde vienen los jefes tóxicos?

Los malos líderes no siempre son tóxicos. Algunos simplemente no han desarrollado cualidades de liderazgo: habilidades organizativas y el arte de la comunicación. Los líderes tóxicos dañan a los demás no por inexperiencia, sino simplemente por «amor por el arte». En sus manos, el miedo y la intimidación son las principales herramientas de control. No desdeñan las humillaciones y amenazas para lograr sus objetivos.

Tales líderes a menudo poseen los rasgos de un psicópata y un narcisista. No saben lo que es la empatía y abusan de su poder.

El daño que pueden causar

Investigadores de la Escuela de Negocios de la Universidad de Manchester han descubierto cómo los jefes tóxicos afectan a los subordinados. Entrevistaron a 1200 trabajadores de diversas industrias de varios países. Los empleados que trabajaban con estos líderes informaron experimentar bajos niveles de satisfacción laboral.

Los investigadores también encontraron que el dolor que experimentaban los empleados en el trabajo también se extendía a su vida personal. Los trabajadores que tuvieron que soportar jefes narcisistas y psicópatas tenían más probabilidades de experimentar depresión clínica.

Los ejecutivos tóxicos dañan la cultura corporativa

Su comportamiento es contagioso: se propaga entre los empleados como el fuego en el bosque. Es más probable que los empleados se critiquen unos a otros, se atribuyan el mérito de los demás y sean más agresivos.

Un estudio de la Universidad de Michigan de 2016 encontró resultados similares. Las principales características del comportamiento de tales jefes: la rudeza, el sarcasmo y la humillación de los subordinados conducen a la fatiga psicológica y la falta de voluntad para trabajar.

Las relaciones tóxicas son malas no solo para la moral, sino también para la rentabilidad de la empresa.

Al mismo tiempo, un ambiente de trabajo negativo contribuye a una disminución del autocontrol entre los empleados ordinarios y a un aumento en la probabilidad de comportamiento grosero hacia sus colegas. Las relaciones laborales incivilizadas son malas no solo para la moral, sino también para la rentabilidad de la empresa. Los investigadores calcularon que las pérdidas financieras de la empresa asociadas con un entorno degradante son de unos 14 dólares por empleado.

¿Cómo medir el éxito de un líder?

Desafortunadamente, muchas organizaciones miden el desempeño de los líderes en función de los resultados individuales. A veces, los jefes tóxicos logran alcanzar objetivos a corto plazo, pero no conducen a cambios positivos significativos. Las amenazas y el chantaje pueden obligar a los empleados a trabajar jornadas de 12 horas sin un día libre, pero este enfoque solo tiene un efecto a corto plazo. El comportamiento del jefe afecta negativamente la motivación y la productividad.

Los trabajadores corren un mayor riesgo de agotamiento como resultado de una mala gestión, y el estrés constante en el lugar de trabajo conduce a una reducción de la productividad y la falta de satisfacción.

Al evaluar el desempeño de un líder, es importante no mirar los resultados individuales, sino el panorama completo y recordar que las actividades del líder pueden tener consecuencias negativas para la organización.

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