El derecho a la palabra “no”: cómo aprender a usarla

Quiero decir "no", pero como si solo resulta "sí". ¿Situación familiar? Muchos la han conocido. Estamos de acuerdo cuando queremos negarnos, porque no sabemos cómo proteger el espacio personal.

¿Qué es: cortesía, buena crianza o malos límites? Un primo segundo con su familia llegó sin previo aviso… En una fiesta, tienes que comer gelatina sin sabor, en tus tan esperadas vacaciones – para ayudar a los amigos con las reparaciones… “La razón de la incapacidad de negarnos es nuestra necesidad de aceptación, aprobación o participación”, dice el psicólogo médico Andrey Chetverikov. En un grado u otro, todos dependemos de la aprobación de otras personas significativas y sentimos la necesidad de pertenecer a un grupo. Cuanta menos madurez personal tenemos, más difícil es separar nuestros deseos de las demandas de la sociedad.

Ejemplo: un niño está esperando la aprobación de los padres, pero no quiere hacer música (convertirse en médico, abogado, formar una familia). Hasta que aprenda a aprobarse a sí mismo, está condenado a cumplir “la orden de otro” y decir “sí” donde quería decir “no”.

Otra clase de situaciones en las que no decimos “no” involucra el cálculo de algún beneficio. “Es una especie de comercio de consentimientos para obtener preferencias”, prosigue la psicóloga. – Aceptar trabajar en un día libre (aunque no quiero) para probarme a mí mismo, conseguir un bono o un día libre… El cálculo no siempre se cumple, y “de repente” nos damos cuenta de que estamos sacrificando algo , pero no recibimos nada a cambio. O lo conseguimos, pero no en el volumen y calidad que esperábamos. Subjetivamente, esto también se vive como “acuerdo contra la voluntad”, aunque en realidad estamos hablando de expectativas injustificadas o poco realistas”.

Puedes considerar esto como una forma de conocer la realidad por ensayo y error. Lo principal es no repetir estos errores.

Al estar de acuerdo cuando nos gustaría negarnos, estamos tratando de alejarnos del conflicto, de quedar "bien" a los ojos del interlocutor, pero en cambio solo obtenemos un aumento de la tensión interna. La única forma de fortalecer realmente tu posición es respetarte a ti mismo, tus propias necesidades y límites. Al renunciar a nuestras necesidades, nos renunciamos a nosotros mismos y, como resultado, desperdiciamos tiempo y energía sin ganar nada.

¿Por qué decimos que sí?

Descubrimos lo que sucede cuando estamos de acuerdo en contra de nuestra voluntad. Pero, ¿por qué sucede esto? Hay seis razones principales, y todas están relacionadas entre sí.

1. Estereotipos sociales. Nuestros padres nos enseñaron a ser educados. Sobre todo con los mayores, con los más pequeños, con familiares… sí, con casi todos. Cuando se le pregunta, es descortés negarse.

“Las tradiciones, las formas aceptadas de comportamiento y las normas aprendidas dificultan que nos rechacemos”, señala la psicóloga y educadora Ksenia Shiryaeva, “así como las relaciones a largo plazo. Estar a la altura de las expectativas de la sociedad o de alguien en particular que es importante para nosotros es un hábito natural, y vale la pena esforzarse por superarlo.

La cortesía significa la capacidad de comunicarse respetuosamente con los demás, la voluntad de comprometerse y escuchar opiniones que difieren de las nuestras. No implica un desprecio por los propios intereses.

2. Culpa. Al mismo tiempo, sentimos que decir “no” a un ser querido es como decir “no te amo”. Tal actitud puede formarse si, en la infancia, los padres mostraron activamente desilusión o malestar en respuesta a nuestras emociones o expresión de necesidades. Con el paso de los años, este sentimiento de culpa se introduce a la fuerza en el inconsciente, pero no se debilita.

3. La necesidad de verse “bien”. Para muchos, una imagen positiva de sí mismos es importante, tanto ante sus propios ojos como ante los ojos de los demás. Para mantener esta imagen, estamos dispuestos a renunciar a muchas cosas realmente importantes.

“Si nos vemos obligados a estar de acuerdo por actitudes irracionales: 'debo ayudar siempre', 'debo ser bueno', entonces nuestra atención se dirige completamente hacia afuera”, continúa el psicólogo-educador. No parecemos existir solos, sino solo a los ojos de los demás. En este caso, nuestra autoestima y autoimagen dependen totalmente de su aprobación. Como resultado, debe actuar en interés de los demás, y no en su propio interés, para mantener una imagen positiva de sí mismo.

4. La necesidad de aceptación. Si los padres desde la infancia le dejan en claro al niño que están listos para amarlo con ciertas condiciones, entonces crecerá un adulto que teme el rechazo. Este miedo nos hace sacrificar nuestros deseos, para no ser excluidos del grupo, no eliminados de la vida: tal desarrollo de los acontecimientos parece una tragedia, incluso si en realidad no hay nada terrible en ello.

5. Miedo al conflicto. Tememos que si declaramos nuestro desacuerdo con los demás, tal posición se convierta en una declaración de guerra. Esta fobia, como muchas otras, surge si los padres reaccionaron bruscamente ante nuestro desacuerdo con ellos. “A veces, el hecho es que nosotros mismos no entendemos el motivo de la negativa, y es imposible explicárselo a otro, lo que significa que es difícil resistir la avalancha posterior de preguntas e insultos”, explica Ksenia Shiryaeva. “Y aquí, en primer lugar, se necesita un nivel suficiente de reflexión, una comprensión de los propios recursos y necesidades, deseos y oportunidades, miedos y aspiraciones y, por supuesto, la capacidad de expresarlos en palabras, de declararlos en voz alta. .”

6. Dificultad para tomar decisiones. En el corazón de este comportamiento está el miedo a cometer un error, a tomar la decisión equivocada. Nos obliga a apoyar la iniciativa de otra persona, en lugar de ocuparnos de nuestras propias necesidades.

Cómo aprender a rechazar

La incapacidad de negarse, por graves que sean sus causas y consecuencias, es simplemente una falta de habilidad. Una habilidad puede ser adquirida, es decir, aprendida. Y cada próximo paso en este entrenamiento aumentará nuestra confianza en nosotros mismos y nuestra autoestima.

1. Dese tiempo. Si no está seguro de su respuesta, pídale a la otra persona que le dé tiempo para pensar. Esto le ayudará a sopesar sus propios deseos y tomar una decisión informada.

2. No inventes excusas. Explicar breve y claramente el motivo de la negativa es una cosa. Agobiar al interlocutor con explicaciones prolijas y disculpas es otra. Este último de ninguna manera lo ayudará a ser respetado y lo más probable es que cause irritación en el interlocutor. Si quieres decir “no” y mantener el respeto por ti mismo al mismo tiempo, no desperdicies palabras cuando digas que no. Las disculpas neuróticas son más dañinas para una relación que un rechazo tranquilo y cortés.

3. Si tiene miedo de ofender al interlocutor, dígalo. Así: “Odiaría ofenderte, pero tengo que negarme”. O: “Odio decir esto, pero no”. Tu miedo al rechazo también es una emoción que no debes olvidar. Además, estas palabras suavizarán la dureza de la negativa si el interlocutor es susceptible.

4. No trate de compensar su rechazo. Los intentos de compensar la negativa son una manifestación de miedos inconscientes. Al negarse a cumplir con la solicitud de alguien, no está en deuda con él, por lo tanto, no tiene nada para compensarlo. Recuerde: su derecho a decir “no” es legal.

5. Práctica. Frente a un espejo, con los seres queridos, en tiendas y restaurantes. Por ejemplo, cuando el mesero te ofrece probar el postre y tú solo entras a tomar un café. O un asesor en una tienda sugiere algo que no te conviene. Se necesita entrenamiento para conocer la negativa, para recordar este sentimiento, para entender que después de tu “no” no pasará nada terrible.

6. No se deje persuadir. Quizás el interlocutor intente manipularte para que estés de acuerdo. Luego recuerda el daño que recibirás al aceptar y mantente firme.

Hágase preguntas:

– ¿Qué es lo que realmente quiero? Es posible que necesite tiempo para resolver esto. Si es así, no dude en solicitar un retraso en la decisión (ver punto 1).

– ¿De qué tengo miedo? Trata de averiguar qué tipo de miedo te impide rendirte. Al definirlo, puede enfatizar con mayor precisión sus necesidades.

- ¿Cuales seran las consecuencias? Evalúe con calma: ¿cuánto tiempo y esfuerzo perderá si está de acuerdo? ¿Qué emociones experimentarás? Y viceversa: ¿cuáles serán las consecuencias en caso de negativa? Quizás ganes no solo en tiempo, sino también en autoestima.

Si ya estás de acuerdo…

… y se dio cuenta de que tenían prisa? Pregúntate cómo te sientes cuando dices que sí y luego toma una decisión, recomiendan los psicólogos.

1. Escucha las sensaciones en el cuerpo – tal vez su bienestar físico provoque la respuesta. La tensión o rigidez en los músculos indica resistencia interna, que el “sí” fue forzado.

2. Presta atención a tus emociones: ¿Sientes después de este “sí” una crisis nerviosa, ansiedad, depresión?

3. Sopesar los riesgos de fracaso. Lo más probable es que haya accedido a decir "no" debido a un miedo subyacente, pero ¿es real este miedo? ¿Qué es lo que realmente amenaza su relación si se niega? Si ha llegado a la conclusión de que cometió un error al dar su consentimiento al interlocutor, no tenga miedo de informarle del cambio de decisión. Di directamente que cambiaste de opinión, que tu “sí” fue un error, porque juzgaste mal tus fortalezas y capacidades. Pide disculpas y explica que tenías prisa, que te cuesta decir “no”. Entonces, volverá a tomar la posición de un adulto desde la posición de un niño, la posición de una persona madura con una idea formada de uXNUMXbuXNUMXbits propios límites y el valor de consentimiento o rechazo.

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