¿Cuándo sé si mi hijo debería ver a un psicólogo?

¿Cuándo sé si mi hijo debería ver a un psicólogo?

Dificultades familiares, problemas escolares o retraso en el crecimiento, las razones para consultar a los psicólogos infantiles son cada vez más numerosas y diversas. Pero, ¿qué podemos esperar de estas consultas y cuándo llevarlas a cabo? Tantas preguntas que los padres pueden hacerse a sí mismos.

¿Por qué mi hijo necesita ver a un psicólogo?

Inútil e imposible enumerar aquí todas las razones que empujan a los padres a considerar una consulta para su hijo. La idea general es más bien estar atento y saber detectar cualquier síntoma o comportamiento anormal y preocupante de un niño.

Los primeros signos de sufrimiento en niños y adolescentes pueden ser inofensivos (alteraciones del sueño, irritabilidad, etc.) pero también muy preocupantes (trastornos alimentarios, tristeza, aislamiento, etc.). De hecho, cuando el niño encuentra una dificultad que no puede resolver solo o con tu ayuda, debes estar atento.

Para ayudarte a entender cuáles pueden ser los motivos de consulta, aquí tienes los más habituales según la edad:

  • En los niños menores de 3 años, la mayoría de las veces se trata de retrasos en el desarrollo y trastornos del sueño (pesadillas, insomnio...);
  • Al comenzar la escuela, a algunos les resulta difícil separarse de sus padres o les resulta muy difícil concentrarse y / o socializar. También pueden aparecer problemas de limpieza;
  • Luego, en CP y CE1, ciertos problemas, como problemas de aprendizaje, dislexia o hiperactividad, pasan a primer plano. Algunos niños también comienzan a somatizar (dolores de cabeza, dolores de estómago, eczemas…) para ocultar un sufrimiento más profundo;
  • Desde que ingresa a la universidad, surgen otras preocupaciones: burlas y marginación de otros niños, dificultades para hacer los deberes, mala adaptación a una escuela para “adultos”, problemas relacionados con la adolescencia (Anorexia, bulimia, Adicción a sustancias…) ;
  • Finalmente, llegar a la escuela secundaria a veces causa dificultades en la elección de la orientación, oposición con los padres o preocupaciones relacionadas con la sexualidad.

Es difícil para los padres juzgar si su hijo necesita o no ayuda psicológica. Si tienes alguna duda, no dudes en buscar el consejo de las personas que rodean a tu hijo a diario (cuidadoras, profesores, etc.).

¿Cuándo debería ver mi hijo a un psicólogo?

Muy a menudo, los padres consideran una consulta con un psicólogo cuando uno o más miembros de la familia no pueden hacer frente a la situación. La etapa de los primeros síntomas ya pasó y el sufrimiento está bien establecido. Por tanto, es bastante difícil evaluar, cuantificar y aconsejar un período determinado para iniciar las consultas. Tan pronto como exista la más mínima duda, es posible hablar con el pediatra o el médico general que sigue a su hijo para pedirle una opinión y posiblemente consejos y contactos con especialistas.

Y sobre todo, ¡sigue tus instintos! El primer psicólogo de su hijo es usted. A los primeros signos de cambio de comportamiento, lo mejor es comunicarse con él. Hágale preguntas sobre su vida escolar, cómo se siente y cómo se siente. Trate de abrir un diálogo para ayudarlo a descargar y confiar. Este es el primer paso real que le permitirá mejorar.

Y si, a pesar de tus mejores esfuerzos y todos tus intentos de comunicación, la situación sigue bloqueada y su comportamiento es diferente al que estás acostumbrado, no dudes en consultar a un especialista.

¿Cómo es la consulta con un psicólogo para un niño?

Antes de su primera sesión, el papel de los padres es explicar y tranquilizar al niño sobre el progreso de la reunión. Dígale que conocerá a una persona que está acostumbrada a trabajar con niños y que tendrá que dibujar, jugar y hablar con esa persona. Dramatizar la consulta le permitirá considerarla serenamente y poner las probabilidades de su lado para un resultado rápido.

La duración del seguimiento varía mucho según el niño y el problema a tratar. Para algunas personas, la palabra se dará a conocer después de una sesión, mientras que a otras les llevará más de un año confiar. Pero una cosa es cierta, cuanto más terapia involucra a un niño pequeño, más corta es.

Al mismo tiempo, el papel de los padres es decisivo. Incluso si su presencia durante las citas no es frecuente, el terapeuta deberá poder confiar en su motivación y asegurarse de que tiene su consentimiento para interferir en su vida familiar cuestionando al niño y poder brindarle algunos consejos constructivos.

Para que la terapia tenga éxito, toda la familia debe sentirse involucrada y motivada.

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