¿Por qué es tan importante la salud hormonal?

Los desequilibrios hormonales pueden ser la causa de una variedad de problemas, que van desde el acné y los cambios de humor hasta el aumento de peso y la caída del cabello. Son poderosos mensajeros químicos que regulan el funcionamiento de todo el cuerpo. El funcionamiento normal del sistema hormonal es más que importante.

Las hormonas se producen en órganos llamados glándulas endocrinas y actúan sobre las células a nivel del ADN, literalmente dando instrucciones a cada célula del cuerpo. El desequilibrio y las fluctuaciones hormonales dan como resultado procesos desagradables y extremadamente indeseables en el cuerpo.

1. Problemas de peso

El aumento de peso no saludable a menudo se asocia con disfunción tiroidea en las mujeres. Y de hecho: las mujeres son más propensas a las condiciones dolorosas de este órgano, pero también lo son los hombres. Más del 12% de la población mundial experimentará problemas de tiroides a lo largo de su vida, algunos de cuyos síntomas son el peso inestable y la fatiga constante. Sin embargo, más a menudo, el agotamiento emocional se asocia con problemas con las glándulas suprarrenales. El cortisol (la hormona del estrés) es secretado por las glándulas suprarrenales en respuesta a cualquier tipo de estrés, ya sea físico (esfuerzo excesivo), emocional (como las relaciones) o mental (trabajo mental). El cortisol es necesario en situaciones estresantes, pero cuando está constantemente presente en la vida, la producción de cortisol ocurre de la misma manera: continuamente. Los altos niveles de esta hormona aumentan la glucosa y la insulina, lo que le dice al cuerpo que almacene grasa. Parecen decirle al cuerpo: “Con tanta molestia constante, es necesario ahorrar energía”.

2. Insomnio y fatiga constante

El desequilibrio hormonal a menudo se manifiesta en problemas para dormir. El cortisol puede ser el culpable: el estrés puede desencadenar altos niveles de cortisol por la noche, lo que lo mantiene despierto o lo inquieta al dormir. Idealmente, los niveles de cortisol alcanzan su punto máximo en la mañana antes de despertarse, preparando el cuerpo para el largo día que tiene por delante. Por la noche, por el contrario, disminuye hasta el límite inferior y otra hormona, la melatonina, aumenta, lo que nos tranquiliza y nos da sueño. Hacer ejercicio y trabajar duro a altas horas de la noche puede hacer que el cuerpo libere cortisol en el momento equivocado y retrase la producción de melatonina. En este caso, el cuerpo cree que todavía es de día. Por lo tanto, la actividad física se realiza mejor por la mañana y el trabajo se completa antes de las 7 p. m. Se recomienda limitar al máximo la luz artificial después de la puesta del sol para que la melatonina comience a acumularse en el cerebro.

3. Estado de ánimo

El trasfondo hormonal juega un papel primordial en nuestro sentimiento de alegría o tristeza, irritación y plenitud, amor y sufrimiento. Además, algunas hormonas actúan como neurotransmisores en el cerebro, influyendo directamente en nuestros pensamientos y sentimientos. La progesterona, por ejemplo, tiene un efecto calmante en el cerebro. Un exceso de testosterona provoca agresión e irritación, mientras que un nivel bajo de testosterona provoca fatiga y letargo. Los niveles bajos de tiroides (hipotiroidismo) pueden contribuir a la depresión, mientras que los niveles altos (hipertiroidismo) pueden contribuir a la ansiedad. Debido a que existen muchas causas potenciales para los cambios de humor, la fatiga general y la falta de energía, es importante trabajar con un médico experto que se comprometa a identificar la causa de la afección.

4. Vida sexual

Las hormonas de una forma u otra afectan la vida sexual. Determinan no solo el nivel de libido, sino también la función sexual. Los niveles adecuados de testosterona, por ejemplo, son esenciales para un interés saludable en la actividad sexual. Un desequilibrio puede ser la razón por la que tu pareja “no tiene ganas”. Los niveles de testosterona comienzan a disminuir, por regla general, a partir de los 35 años, pero bajo la influencia de un estrés prolongado, la disminución puede comenzar incluso antes.

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