Psicología

La vida no siempre está lista para darnos lo que esperamos de ella. Sin embargo, para algunos es difícil llegar a un acuerdo con esto. El psicólogo Clifford Lazarus habla de tres expectativas que nos hacen infelices.

Bonnie esperaba que su vida fuera simple. Nació en una familia próspera, estudió en una pequeña escuela privada. Nunca enfrentó dificultades serias y no tuvo que cuidar de sí misma. Cuando ingresó a la universidad y dejó su mundo completamente seguro y predecible, estaba confundida. Se suponía que debía vivir sola, ser independiente, pero no tenía las habilidades para cuidarse a sí misma ni el deseo de enfrentar los problemas.

Las expectativas de la vida se enmarcan en tres frases: «Todo debería estar bien conmigo», «La gente a mi alrededor debería tratarme bien», «No tendré que lidiar con problemas». Tales creencias son características de muchos. Algunos creen que nunca se quedarán atascados en el tráfico, esperarán horas su turno, enfrentarán la burocracia y serán insultados.

El mejor antídoto para estas expectativas tóxicas es dejar de lado las creencias y demandas poco realistas sobre uno mismo, los demás y el mundo en general. Como dijo el Dr. Albert Ellis: “Yo también pienso a menudo en lo maravilloso que sería si me comportara perfectamente, los que me rodean fueran justos conmigo y el mundo fuera simple y agradable. Pero esto es difícilmente posible.»

Algunas personas piensan que deberían obtener lo que quieren rápidamente y sin esfuerzo.

Ellis, el creador de la terapia racional-emocional-conductual, habló de tres expectativas irracionales que son la causa de muchos trastornos neuróticos.

1. «Todo debería estar bien conmigo»

Esta creencia sugiere que una persona espera demasiado de sí misma. Cree que debe ajustarse al ideal. Se dice a sí mismo: “Tengo que tener éxito, alcanzar las alturas más altas posibles. Si no alcanzo mis objetivos y no estoy a la altura de mis expectativas, será un verdadero fracaso”. Tal forma de pensar engendra humillación, abnegación y odio hacia uno mismo.

2. “La gente debería tratarme bien”

Tal creencia indica que una persona percibe inadecuadamente a otras personas. Él decide por ellos lo que deben ser. Pensando de esta manera, vivimos en un mundo de nuestra propia creación. Y en él todos son honestos, justos, comedidos y educados.

Si las expectativas son destrozadas por la realidad, y alguien codicioso o malvado aparece en el horizonte, nos enojamos tanto que comenzamos a odiar sinceramente al destructor de ilusiones, experimentamos ira e incluso rabia hacia él. Estos sentimientos son tan fuertes que no te permiten pensar en algo constructivo y positivo.

3. «No tendré que lidiar con problemas y dificultades»

Los que así lo creen están seguros de que el mundo gira a su alrededor. Por lo tanto, el entorno, las circunstancias, los fenómenos y las cosas no tienen derecho a desilusionarlos y perturbarlos. Algunos están convencidos de que Dios, o alguien más en quien creen, debería darles todo lo que quieren. Creen que deben obtener lo que quieren rápidamente y sin esfuerzo. Estas personas se desilusionan fácilmente, tienden a percibir los problemas como una catástrofe global.

Todas estas creencias y expectativas están lejos de la realidad. A pesar de que deshacerse de ellos no es fácil, el resultado justifica plenamente el tiempo y el esfuerzo.

¿Cómo dejar de vivir con ideas de que nosotros mismos, los que nos rodean, las circunstancias y los poderes superiores debemos comportarnos de cierta manera? Como mínimo, reemplace las palabras "debería" y "debo" con "me gustaría" y "preferiría". Pruébalo y no olvides compartir los resultados.


Sobre el experto: Clifford Lazarus es el director del Instituto Lazarus.

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