Habilidades auditivas: 5 reglas de oro

“¡Cariño, vamos a ir con mamá este fin de semana!”

– Sí, ¿qué eres? Yo no lo sabía…

“Te he dicho esto varias veces, nunca me escuchas.

Oír y escuchar son dos cosas diferentes. A veces, en el flujo de información, “vuela por un oído y sale por el otro”. ¿Qué amenaza? La tensión en las relaciones, el desapego de los demás, el riesgo de perderse lo importante. Piensa honestamente: ¿eres un buen conversador? ¡Una buena persona no es la que habla con elocuencia, sino la que escucha atentamente! Y si nota que su teléfono está en silencio, los familiares hablan más con amigos que con usted, entonces es hora de pensar: ¿por qué? La capacidad de escuchar se puede desarrollar y entrenar en uno mismo, y esta será una baza tanto en lo personal como en lo laboral.

Regla uno: no hagas dos cosas al mismo tiempo

La conversación es un proceso que requiere estrés mental y emocional. Para ser efectivo, las distracciones deben minimizarse. Si una persona habla sobre su problema y, al mismo tiempo, mira su teléfono cada minuto, esto es al menos una falta de respeto. Una conversación seria mientras ves un programa de televisión tampoco será constructiva. El cerebro humano no está diseñado para realizar múltiples tareas. Trate de concentrarse completamente en el interlocutor, mírelo, demuestre que lo que dijo es importante e interesante para usted.

Regla dos: no critiques

Incluso si le pidieron consejo, esto no significa que el interlocutor realmente quiera que resuelva sus problemas. La mayoría de las personas tienen su propia opinión y solo quieren hablar y obtener confirmación de la corrección de sus acciones. Si lo que escuchas te provoca emociones negativas y rechazo, solo escucha hasta el final. A menudo, ya durante una conversación, comenzamos a pensar en la respuesta; esto es inútil, es muy fácil pasar por alto sutilezas importantes. Presta atención no solo a las palabras, sino también a las emociones del interlocutor, cálmate si está sobreexcitado, anímate si está deprimido.

Regla tres: aprende el lenguaje de señas

Un famoso psicólogo hizo una observación interesante. Al copiar los gestos del interlocutor en una conversación, logró conquistar a la persona tanto como sea posible. Si está hablando de espaldas a la estufa, no será efectivo. O postergue las cosas, bueno, si las papas se queman, cortésmente ofrezca continuar en unos minutos. Nunca adopte una “postura cerrada” frente al interlocutor. Mire, los gestos pueden saber si una persona está diciendo la verdad, qué tan preocupada está y más.

Regla cuatro: estar interesado

Durante la conversación, haga preguntas aclaratorias. Pero deben ser abiertos, es decir, que requieran una respuesta detallada. “¿Cómo lo hiciste?”, “¿Qué dijo exactamente?”. Deje que el interlocutor entienda que usted está realmente involucrado e interesado. Evite preguntas cerradas que requieran respuestas de “Sí” y “No”. No haga juicios duros: "Deje este patán", "Renuncie a su trabajo". Tu tarea no es decidir el destino de las personas, sino empatizar. Y recuerda: “Claramente” es una palabra sobre la que se han roto muchas conversaciones.

Regla cinco: Practica escuchar

El mundo está lleno de sonidos que llevan información, percibimos una pequeña parte de ellos. Camina por la ciudad sin auriculares, escucha el canto de los pájaros, el ruido de los coches. Te sorprenderá lo mucho que no nos damos cuenta, pasamos por nuestras orejas. Escuche una canción familiar desde hace mucho tiempo y preste atención a sus palabras, ¿las ha escuchado antes? Medita con los ojos cerrados, deja entrar el sonido como fuente de información sobre el mundo que te rodea. Escuche a escondidas las conversaciones de las personas en la fila, en el transporte, intente comprender su dolor y sus preocupaciones. Y guarda silencio.

El siglo XXI tiene sus propias características. Empezamos a comunicarnos más por redes sociales y mensajería instantánea, escribir más y poner emoticonos que hablar. Enviarle un SMS a mamá es más fácil que venir a tomar una taza de té.

Escuchar, mirar a los ojos… La capacidad de escuchar y comunicar es un gran plus para las relaciones personales y comerciales. Y nunca es demasiado tarde para aprenderlo. 

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