Psicología

La demanda tácita de apertura se ha convertido en una tendencia. Esperamos que los seres queridos y amigos nos cuenten todo, honestamente y analicen en detalle sus sentimientos y motivos para actuar. Invitando a un niño a una conversación confidencial, contamos con una presentación sincera de todo lo que se ha desbordado. Pero si nos contamos casi todo, ¿para qué necesitamos psicoterapeutas? ¿Por qué pagar por un servicio que nos brindamos voluntariamente y de forma gratuita?

“La franqueza no es el objetivo de un psicoterapeuta”, comenta la psicoanalista Marina Harutyunyan. — No confundir una sesión de psicoanálisis con conversaciones íntimas, cuando compartimos con amigos lo que sentimos, lo que pensamos conscientemente. El psicoanalista está interesado en aquello de lo que la persona misma no es consciente: su inconsciente, que, por definición, no se puede hablar.

Sigmund Freud comparó el estudio del inconsciente con una reconstrucción arqueológica, cuando a partir de tiestos aparentemente insignificantes, extraídos de las profundidades de la tierra o esparcidos al azar, se arma pacientemente una imagen holística de lo que en un principio no parecía implicar ninguna conexión. Entonces el tema de la conversación no es tan importante para el psicoanalista.

El analista está tratando de descubrir un conflicto interno del que no somos conscientes.

“Freud le pidió al paciente que se imaginara que estaba en un tren y le pidió que nombrara todo lo que ve por la ventana, sin ignorar los montones de basura ni las hojas caídas, sin tratar de embellecer algo”, explica Marina Harutyunyan. — De hecho, esta corriente de conciencia se convierte en una ventana al mundo interior de una persona. Y esto no se parece en nada a la confesión, en preparación para la cual el creyente recuerda diligentemente sus pecados y luego se arrepiente de ellos.

El analista está tratando de descubrir un conflicto interno del que no somos conscientes. Y para ello monitorea no solo el contenido de la historia, sino también los “agujeros” en la presentación. Después de todo, cuando la corriente de conciencia toca áreas dolorosas que causan ansiedad, tendemos a evitarlas y alejarnos del tema.

Por lo tanto, necesitamos un Otro, alguien que ayude a explorar la psiquis, superando, de la forma más indolora posible, esta resistencia. El trabajo del analista le permite al paciente comprender qué afectos verdaderos está reprimiendo al encubrirlos con otras reacciones socialmente deseables.

El terapeuta no juzga por lo dicho y cuida los mecanismos de defensa del paciente

“Sí, el psicoanalista monitorea reservas o vacilaciones, pero no con el objetivo de atrapar al “criminal”, aclara el experto. “Estamos hablando de un estudio conjunto de movimientos mentales. Y el significado de este trabajo es que el cliente pueda comprenderse mejor a sí mismo, tener una visión más realista e integrada de sus pensamientos y acciones. Entonces está mejor orientado en sí mismo y, en consecuencia, mejor en contacto con los demás.

El analista también tiene su moral individual, pero no opera con ideas de pecado y virtud. Es importante que comprenda cómo y de qué manera el paciente se daña a sí mismo para ayudarlo a ser menos autodestructivo.

El psicoterapeuta no juzga por lo dicho y cuida los mecanismos de defensa del paciente, sabiendo muy bien que las autoacusaciones en el papel de confesiones no son la clave más importante para el éxito del trabajo.

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